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<p style="text-align:center">«Bajo el curso de una fugaz pasión entramada de amor, poder, curiosidad, ingenua ambición y no poca aventura, el misterio fue convirtiendo a Carlota en uno de los símbolos de decadencia monárquica de una época imbuida de romanticismo y revoluciones del poder y del pensamiento».</b></p>
¿Acaso la vida de Carlota estuvo llena de paradojas y contradicciones? Pese a nacer en el seno de una fastuosa familia de monarcas y ser educada para gobernar el destino de naciones, quien fuera alguna vez la princesa de Bélgica, muy joven enfrentó un destino adverso. Llevada por sus fantasías imperiales se embarcó al …
<p style="text-align:center">«Bajo el curso de una fugaz pasión entramada de amor, poder, curiosidad, ingenua ambición y no poca aventura, el misterio fue convirtiendo a Carlota en uno de los símbolos de decadencia monárquica de una época imbuida de romanticismo y revoluciones del poder y del pensamiento».</b></p>
¿Acaso la vida de Carlota estuvo llena de paradojas y contradicciones? Pese a nacer en el seno de una fastuosa familia de monarcas y ser educada para gobernar el destino de naciones, quien fuera alguna vez la princesa de Bélgica, muy joven enfrentó un destino adverso. Llevada por sus fantasías imperiales se embarcó al lado de su esposo, Maximiliano, para ocupar el trono de México. Pero nada fue como ella imaginó.
En esta biografía se narra la historia de un matrimonio y un sueño fallidos, de un emperador fusilado y una emperatriz que a los veintiséis años de edad enloquece y es confinada trágicamente por poco más de medio siglo hasta el día de su muerte.
Alejandro de Macedonia mostró desde un inicio la majestuosidad que sólo la influencia de los dioses otorga a los elegidos.
Hijo de Filipo II y de la desmesurada Olimpia, Alexandro Magno exhibió desde pequeño un carácter impetuoso. Discípulo de Aristóteles y admirador de Aquiles, la amalgama de influencias que en él confluyeron hicieron que en 32 años de una breve pero poderosa existencia lograra vencer y dominar al ilimitado Imperio persa, fundara ciudades por toda Asia, y que tanto Oriente como Occidente fueran testigos de sus proezas inauditas. Sus conquistas no se ciñeron sólo a lo material, en él …
Alejandro de Macedonia mostró desde un inicio la majestuosidad que sólo la influencia de los dioses otorga a los elegidos.
Hijo de Filipo II y de la desmesurada Olimpia, Alexandro Magno exhibió desde pequeño un carácter impetuoso. Discípulo de Aristóteles y admirador de Aquiles, la amalgama de influencias que en él confluyeron hicieron que en 32 años de una breve pero poderosa existencia lograra vencer y dominar al ilimitado Imperio persa, fundara ciudades por toda Asia, y que tanto Oriente como Occidente fueran testigos de sus proezas inauditas. Sus conquistas no se ciñeron sólo a lo material, en él todo fue excesivo: la pasión, la fortuna, el azar, el destino, la razón y la superstición. Sus hechos pertenecen al mundo del mito, a la historia y a la literatura, haciendo de él uno de los personajes más extraordinarios de la Antigüedad.
«Héroe fue Alejandro, tal vez el último con emoción homérica, apetito de hazañas monumentales y sentido trágico; un gobernante también legendario, porque sus proezas multiplicaron motivos para que nunca dejara de ser personaje ni el tiempo olvidara los episodios que prueban que, sin literatura ni profecías del pasado, la historia quedaría reducida al más aburrido registro de fechas y testimonios».
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