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Sasha de Corte no quiere matar al rey.
Prefiere seguir escondido allí, lejos de los reinos conquistados por Verenize • de Veda, donde nadie conoce ni su nombre ni su pasado, donde su única preocupación es ganarse honradamente el pan y desaparecer sin dejar rastro en cuanto sus vecinos empiezan a preguntarse por qué nunca envejece.
Pero cuando la viva imagen de la difunta princesa Sera llama a su puerta, Sasha ya no puede seguir huyendo.
Es ella quien lo arranca de cuajo de su gris existencia, arrastrándolo sin miramientos a la búsqueda de la única arma capaz de poner fin a los …
Sasha de Corte no quiere matar al rey.
Prefiere seguir escondido allí, lejos de los reinos conquistados por Verenize • de Veda, donde nadie conoce ni su nombre ni su pasado, donde su única preocupación es ganarse honradamente el pan y desaparecer sin dejar rastro en cuanto sus vecinos empiezan a preguntarse por qué nunca envejece.
Pero cuando la viva imagen de la difunta princesa Sera llama a su puerta, Sasha ya no puede seguir huyendo.
Es ella quien lo arranca de cuajo de su gris existencia, arrastrándolo sin miramientos a la búsqueda de la única arma capaz de poner fin a los doscientos años de reinado del Eterno. Así, el antiguo caballero se verá forzado a enfrentar las consecuencias de sus pecados, siempre acompañado de esa chiquilla medio loca que tanto se parece a Sera y de su guardiana, una arquera de lengua afilada que lo odia. Y quizá de alguien más. Alguien a quien conoce muy bien.
No, Sasha de Corte no quiere matar al rey, pero es hora de volver a casa.
Verenize • de Veda nunca quiso ser rey.
Le gustaba la vida que le había tocado, le gustaba aprender nuevos círculos de invocación, nuevas formas de provocar a su caballero protector, de evitar sus deberes o robar mandarinas de las cocinas. El peso de la corona recaía en su hermana Sera, quien se la merecía más que nadie y a quien Nize quería más que a nadie.
El día en que Sera fue asesinada, Nize perdió dos vidas: la de su hermana y la suya propia.
Ahora es él quien ha de heredar la corona, pero al príncipe poco le importa el …
Verenize • de Veda nunca quiso ser rey.
Le gustaba la vida que le había tocado, le gustaba aprender nuevos círculos de invocación, nuevas formas de provocar a su caballero protector, de evitar sus deberes o robar mandarinas de las cocinas. El peso de la corona recaía en su hermana Sera, quien se la merecía más que nadie y a quien Nize quería más que a nadie.
El día en que Sera fue asesinada, Nize perdió dos vidas: la de su hermana y la suya propia.
Ahora es él quien ha de heredar la corona, pero al príncipe poco le importa el trono; solo vivirá por y para encontrar al asesino de Sera, así tenga que romper todos los tabúes de su religión, pactar con mil demonios, derramar sangre, iniciar guerras. Aunque tenga que convertirse en el rey que nunca quiso ser y su caballero lo mire justo como lo está mirando en este preciso momento. Ah, Sasha. Tan noble y tan estrechito de miras.
No, Verenize • de Veda nunca quiso ser rey, pero si ese es el precio a pagar, que así sea.
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