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Mordaces, ingeniosas, incisivas, jocosas. En décimas, en sonetos, en tercetos encadenados, en romances, en octavas reales. Disfrazadas de odas, de fábulas, de epigramas, de letrillas… La sátira política en estrofas clásicas es una de las grandes tradiciones de la literatura española. La han cultivado muchísimos escritores: de Quevedo y Góngora en el xvii a Leandro Fernández Moratín, Samaniego o Iriarte en el xviii y Zorrilla, Campoamor o Bretón de los Herreros en el xix.
Arsenio Escolar, periodista y analista político en ejercicio, pero también filólogo de formación y ganador —hace muchos años— de algunos galardones como poeta «serio», recupera ahora …
Mordaces, ingeniosas, incisivas, jocosas. En décimas, en sonetos, en tercetos encadenados, en romances, en octavas reales. Disfrazadas de odas, de fábulas, de epigramas, de letrillas… La sátira política en estrofas clásicas es una de las grandes tradiciones de la literatura española. La han cultivado muchísimos escritores: de Quevedo y Góngora en el xvii a Leandro Fernández Moratín, Samaniego o Iriarte en el xviii y Zorrilla, Campoamor o Bretón de los Herreros en el xix.
Arsenio Escolar, periodista y analista político en ejercicio, pero también filólogo de formación y ganador —hace muchos años— de algunos galardones como poeta «serio», recupera ahora el género para trazar una punzante crónica de la actualidad española, casi un ensayo de los años de la crisis y de los recortes, de la confusión ideológica, de la desigualdad y de la pérdida de valores.
El autor critica, caricaturiza y dispara indiscriminadamente a tirios y troyanos. Lo firma además con su nombre, pese a la cercanía a muchos de sus retratados. Reciben, así, su dosis de vitriolo en este libro Mariano Rajoy, el rey (el anterior y el actual), Esperanza Aguirre, Pablo Iglesias, Ana Botella, Alfredo Pérez Rubalcaba, Cristiano Ronaldo, Belén Esteban… Y hasta el propio autor en el título, porque el humor bien entendido empieza por reírse de uno mismo.
La historia la escriben los vencedores, y la Castilla victoriosa no fue una excepción. En el siglo XIII, tras ganar la batalla de Las Navas de Tolosa y conquistar gran parte de Al-Andalus, cuando sólo faltaba la pieza del reino nazarí de Granada para completar el mapa de la llamada Reconquista, Castilla era sin duda la nación más pujante de la península Ibérica y una de las nuevas potencias europeas. Su pasado, sin embargo, no era tan brillante como su presente: «No había logrado la independencia de León hasta el siglo XI, había sido uno de los últimos reinos cristianos …
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