Introduce tu nombre de usuario y tu contraseña:
Este es un libro que pone la ética en tierra firme, recurriendo a distintos
casos concretos que han comprometido la práctica periodística, tanto en
nuestro país (por ejemplo, caso Spiniak), como en el extranjero (por ejemplo,
caso Watergate). El libro tiene un sustrato profundo, pero se despliega con
sutileza, principalmente en el plano ejemplar, en situaciones cotidianas y
reconocibles. Lectura obligada para cualquier estudiante de periodismo.
Lectura recomendada para todo periodista. Abraham Santibáñez M. es un
periodista de larga trayectoria, director de medios periodísticos tan
importantes como revista Hoy y diario La Nación. El presente texto sintetiza
su visión del …
Este es un libro que pone la ética en tierra firme, recurriendo a distintos
casos concretos que han comprometido la práctica periodística, tanto en
nuestro país (por ejemplo, caso Spiniak), como en el extranjero (por ejemplo,
caso Watergate). El libro tiene un sustrato profundo, pero se despliega con
sutileza, principalmente en el plano ejemplar, en situaciones cotidianas y
reconocibles. Lectura obligada para cualquier estudiante de periodismo.
Lectura recomendada para todo periodista. Abraham Santibáñez M. es un
periodista de larga trayectoria, director de medios periodísticos tan
importantes como revista Hoy y diario La Nación. El presente texto sintetiza
su visión del oficio periodístico.
Fue, sin duda, lo que quisieron expresar los entusiastas "aylwinistas" que
salieron a la calle ese 11 de marzo, a manifestar su cariño, su admiración y
su respeto por el hombre que culminaba su trabajo en La Moneda. En contraste
con lo ocurrido ahí mismo en Valparaíso, cuatro años antes, cuando los
manifestantes estaban amargamente divididos, o con lo que ha pasado en otros
países, donde no pocos gobernantes democráticos han abandonado el cargo en
medio de las rechiflas y escándalos, Aylwin salió entre aplausos y con la
frente en alto: el primer gobierno democrático en dos décadas había terminado
Fue, sin duda, lo que quisieron expresar los entusiastas "aylwinistas" que
salieron a la calle ese 11 de marzo, a manifestar su cariño, su admiración y
su respeto por el hombre que culminaba su trabajo en La Moneda. En contraste
con lo ocurrido ahí mismo en Valparaíso, cuatro años antes, cuando los
manifestantes estaban amargamente divididos, o con lo que ha pasado en otros
países, donde no pocos gobernantes democráticos han abandonado el cargo en
medio de las rechiflas y escándalos, Aylwin salió entre aplausos y con la
frente en alto: el primer gobierno democrático en dos décadas había terminado
con éxito. Era, ciertamente, una hora gloriosa. La hora más gloriosa de
Patricio Aylwin.
Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar su experiencia y nuestros servicios analizando su navegación en nuestra web y cómo interactúa con nosotros y poder mostrarle publicidad en función de sus hábitos de navegación. Para consentir su utilización, pulse el botón “Acepto”. Puede obtener más información consultando nuestra Política de Cookies.