El dolor ha sido creado e institucionalizado por la ignorancia, y se
mantiene porque constituye un formidable instrumento de poder.
Los enemigos del parto son cuatro: la ignorancia, el miedo, el dolor y la impaciencia.
Nunca antes se consideró el parto como una enfermedad, por lo que
jamás se asistió en los hospitales, sino que había unos
establecimientos, las maternidades, donde se asistía a las embarazadas
que no disponían de un hogar adecuado o que ni siquiera tenían un hogar.
En las maternidades no se admitían enfermos, ni en los hospitales,
parturientas.
Antes se paría, se comía, se padecían y …
El dolor ha sido creado e institucionalizado por la ignorancia, y se
mantiene porque constituye un formidable instrumento de poder.
Los enemigos del parto son cuatro: la ignorancia, el miedo, el dolor y la impaciencia.
Nunca antes se consideró el parto como una enfermedad, por lo que
jamás se asistió en los hospitales, sino que había unos
establecimientos, las maternidades, donde se asistía a las embarazadas
que no disponían de un hogar adecuado o que ni siquiera tenían un hogar.
En las maternidades no se admitían enfermos, ni en los hospitales,
parturientas.
Antes se paría, se comía, se padecían y se curaban las enfermedades
en casa; a veces, incluso, se trabajaba en casa, en casa se divertía
cada familia a su gusto... Hasta la última y definitiva actividad
humana, morir, transcurría en el hogar, y en cualquier actividad la
compañía de familiares y amigos estaba asegurada, para reír o llorar
juntos.
En la vida moderna, la casa es soo el lugar donde se duerme, se lava y
se viste uno, donde todos están de paso y donde, a veces, la reducida
familia son verdaderos desconocidos, y los acontecimientos más
importantes, el alfa y el omega de la vida, nacer y morir, se ejecutan
fuera del hogar y de la familia, entre aglomeraciones de desconocidos.
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